
Es habitual pensar que cuando nos falta energía debemos mejorar nuestra alimentación, dormir más horas, incluso que deberíamos tomar un suplemento que nos proporcione la energía que necesitamos.
La alimentación y el descanso son pilares básicos en una vida saludable y vital, pero son solo una parte de los factores que intervienen a la hora de disponer de toda la energía que nuestro cuerpo necesita.
La alimentación, el descanso y el deporte.
La fruta (plátano, por ejemplo), los carbohidratos, frutos secos, cereales como la avena, legumbres, verduras como la espinaca e incluso el chocolate puro son algunas de las fuentes alimentarias que mejor nos hacen sentir y más nos revitalizan.
Dormir entre 7 y 9 horas diarias, (según el metabolismo de cada uno) y mantenerse hidratado (beber agua) también nos hará aumentar los niveles de energía y vitalidad. Cada persona tiene unos gastos de energía individuales que requieren unas cantidades de sueño y de hidratación distintas, la clave aquí es que encuentres cuáles son tus niveles o necesidades particulares.

La alimentación, el descanso y el deporte son importantes. No hacer deporte porque uno está cansado es un clásico pero no es más que una excusa. Practicar deporte a diario no solamente sube los niveles de energía y vitalidad sino que aumenta la felicidad y hasta fomenta la toma de mejores decisiones y claridad. No es necesario pasar largas horas en el gimnasio ni prepararse para correr un maratón. Es suficiente con salir a pasear 30 minutos o practicar desde casa ejercicios simples de estiramientos, algo de fuerza y/o un poco de cardio y meditación, por ejemplo.
¿Por qué es importante la meditación?
La meditación nos ayuda a entrar en contacto con nosotros mismos y con aquello que realmente necesitamos: aprender a respirar reduce el estrés, calmar la mente nos permite observar nuestra vida desde distintas perspectivas, relativizar nuestros problemas y fomentar la creatividad, de manera que podremos tomar mejores decisiones sobre lo que es más importante y relevante para nosotros, conocernos mejor y priorizar.

Cuando meditamos y entramos en contacto con nosotros mismos nos resulta más sencillo conocer quién somos, qué es lo que realmente queremos, qué nos hace sentir bien y qué nos mueve. Cuál es nuestro propósito, nuestra vocación y nuestra pasión.
Cuando conocemos qué nos mueve, sabemos lo que nos hace feliz, y lo que no. Desde esta nueva perspectiva es mucho más sencillo saber a qué hemos de decir sí y a que hemos de decir no.
Aprender cuándo hay que decir no.
En muchas ocasiones nos encontramos en situaciones en las que no queremos o no debemos estar, y en la mayoría de los casos es porque no hemos aprendido a decir no. Este tipo de situaciones nos hacen perder mucha energía. Aprender a decir no nos ayudará a alinearnos con aquello que sí queremos y que nos llena de energía.

Evitar las grandes comilonas, el alcohol o el tabaco también es una clave a la hora de sentirnos mejor y ganar vitalidad. Evitar los pensamientos negativos y decir no a las relaciones tóxicas son algunos de los hábitos mentales que también hay que aprender a desarrollar.
Hábitos mentales saludables.
Focalizarse en el problema y no en las soluciones nos desgastará. Entrenar la mente para encontrar soluciones en lugar de crear preocupaciones, practicar la empatía y la tolerancia en lugar de caer en la crítica fácil hacia los demás. Entender que hay distintos puntos de vista sobre una misma situación nos ayudará a evitar discusiones y a respetar más a los demás.

No olvides detoxificarte de las pantallas del móvil y del ordenador de vez en cuando, quererte mucho y cuidarte aun más (también tu aspecto físico): ¡si te ves guapo/a te sentirás mejor! 😉